La sustentabilidad, más productividad y la capacitación para el uso adecuado de agroquímicos, además de crear más bioinsumos, es el enfoque de la industria protectora de cultivos

Por Amado Vázquez Martínez

Ante las visiones ideológicas que pretenden prohibir los agroquímicos, si la industria de protección de cultivos dejara de producirlos, la generación de alimentos en el campo mexicano caería en más de un 40%, por lo cual el sector agrícola dejaría de aportar el 3.4% del Producto Interno Bruto nacional, y es por ello que PROCCYT busca crear nuevos bioinsumos para garantizar la sustentabilidad del campo mexicano y capacitar a los agricultores para un uso racional.

Así lo explica a Tierra Fértil en entrevista Luis Alberto Osorio Segaseta, director ejecutivo de Protección de Cultivos, Ciencia y Tecnología (PROCCYT), al aseverar que los industriales asociados buscan que se haga un uso más eficiente de los recursos y por ello incrementan su portafolio de protectores de cultivos plagas amigables con el medio ambiente.

CONTEXTO NACIONAL

De acuerdo al directivo del organismo que reúne a las empresas que producen insumos para la protección de cultivos, el sector agrícola representa el 3.4% del Producto Interno Bruto nacional y genera aproximadamente siete millones de empleos.

La producción agropecuaria nacional ubica a México en el 12° lugar en producción mundial de alimentos y cultivos, al generar 300 millones de toneladas de agroalimentos, ya que de las 22.7 millones de hectáreas cultivadas, los insumos para protegerlas se utilizan en el 95 por ciento.

Y por ello, las 85 empresas asociadas procuran generar insumos biotecnológicos mediante la innovación y desarrollo, cadena a la que se suman comercializadores e importadores para generar una agricultura cada vez más sustentable para enfrentar el cambio climático y los retos de cuidar los recursos naturales.

Y ante las propuestas de corte más ideológico que científico que intentan prohibir más de 200 agroquímicos al considerarlos «peligrosos» sin exhibir argumentos ni pruebas científicas, dice Luis Alberto Osorio que los integrantes de  PROCCYT son un sector con regulaciones nacionales e internacionales que garantizan la sanidad e inocuidad de los agroproductos.

SECTOR REGULADO

«Hay que entender, somos un sector altamente regulado, eso nos garantiza aplicar metodologías rigurosas en el desarrollo de las moléculas, la eficacia y seguridad para los consumidores finales; sin duda, hay márgenes en la aplicación y por eso hemos desarrollado campañas y capacitación para el manejo adecuado de los agroquímicos para enseñar cómo hacer un uso más eficiente de ellos».

«A la par, la industria está trabajando con un portafolio de los nuevos productos que vienen con muy bajas o nulas toxicidades, que también incluyen bioinsumos y que van a ayudar no solamente a tener una garantía contra todo tema de amenazas, plagas, virus y demás, sino que van a garantizar una sustentabilidad mucho más adecuada y en eso estamos trabajando».

En cuanto al desarrollo de estos productos, apunta que la industria ya ha avanzado en crear insumos para hacerlos más inocuos, desde la parte de plaguicidas, fungicidas y de herbicidas.

«Trabajamos intensivamente en hacer una renovación y tenemos un tema pendiente con la autoridad para que nos autoricen muchos de los registros sanitarios de moléculas que han pasado por procesos exhaustivos y de muchos años en su desarrollo».

Luego, apunta sobre la tardanza de Cofepris en aprobar los nuevos productos de protección: «Lleva muchos años tal aprobación y lo estamos trabajando con tal instancia de una manera muy cercana; esperamos tener buenas noticias pronto y eso nos va a dar la posibilidad de tener una amplitud en el portafolio con estas nuevas tecnologías que puedan servir al campo».

SU APORTACIÓN

«Nosotros hemos hecho una medición de lo que estamos aportando a nivel nacional y hay un aumento en la productividad de un 46%, esto quiere decir que protegemos 22.7 millones de hectáreas en el país, lo que representa que México tenga un aumento de 137 millones de toneladas de alimentos».

Explica que, «de prohibirse los agroquímicos, se producirían menos alimentos en la misma proporción (46%), al verse comprometido el desarrollo agrícola, pues sin estos insumos las pérdidas de cultivos serían casi totales» porque dice que una sola plaga sin control puede arrasar un cultivo en unos cuantos días.

«Sin control de plagas habría problemas en las exportaciones y tendría un efecto multiplicador que podría traernos una crisis no solo alimentaria, sino económica», para añadir que son visiones que se analizaron el año pasado tras presentarse una iniciativa prohibitiva que, puntualiza, a la letra, decía: «Erradicar la existencia de plaguicidas en México».

Lo anterior provocaría que algunas de las 250 plagas que existen en México acabarían con la producción de alimentos: «La verdad es que eso no solo arrasaría con la parte química, sino con los productos orgánicos, biológicos y con la producción agrícola».

«Siempre hemos conversado con la autoridad y les hemos pedido que analicen producto por producto, porque entonces, hasta todos los insumos de uso cotidiano en la sociedad (pasta de dientes, limpia pisos, etc.), podrían representar un peligro» bajo la lógica de que todo químico es peligroso.

«Pero ante el análisis de qué tan riesgosos pueden ser, es cuando entiendes que no representan un riesgo para la salud humana ni para el medio ambiente… este es el entendimiento que se le da en la metodología de desarrollo científico y para la utilización de los mismos».

Concuerda en que no hay malos productos, sino malas aplicaciones y apunta que están trabajando en varios programas de responsabilidad social, como el de capacitación, no solo en el buen manejo de plaguicidas, sino en  calibración de equipos e identificación de materiales apócrifos, entre otros.

PLAGUICIDAS APÓCRIFOS

Con respecto a la falsificación de agroquímicos, como los pesticidas, de  acuerdo a estudios del Observatorio Ciudadano de Seguridad «nos daban cifras de que uno de cada cinco plaguicidas es falso o podría corresponder a un producto ilegal, porque ha crecido mucho esa gama» y explica que, con más restricciones, habría más de estos productos apócrifos.

También, añade, «la falta de supervisión de agroquímicos que tienen que llevar un registro sanitario, da pie a que no tengan esta condicionante y al no ser un producto regulado, puede traer sustancias que ni siquiera son efectivas para el cultivo, pero sí puede ser peligroso para las personas».

En cuanto al glifosato, permitido en tanto no exista un sustituto eficaz en México, apunta que el desarrollo de ese tipo de productos puede tardar hasta 11 años, porque no hay soluciones prontas ni mágicas, pues la sustancia en mención ha sido eficaz para garantizar la salud humana sin contaminar el medio ambiente, como lo han acreditado agencias reguladoras entodo el mundo.

Recordó que la industria de protección de cultivos es la más vigilada y regulada, pues para desarrollar una molécula tardan al menos una década y tienen que realizar 120 protocolos clínicos para dar seguridad y eficacia a los productos y sanidad al medio ambiente, además de que tienen que cumplir con 12 leyes directas y 30 normas NOM.

Por ello, no pueden lanzar al mercado ningún producto peligroso ni para el medio ambiente, plantas, animales o para el ser humano, y añade:

«Quitar el glifosato equivale a dejar sin protección a 30 cultivos que protege en México y no solo eso, sino que su ausencia puede dar pie a productos ilegales, los cuales sí pueden poner en riesgo hasta la vida de quienes los aplican».

Por ello, apuntó, PROCCYT desarrolla diversos cursos de capacitación con productores con la intensión de enseñarles sus características, dosis y modo de aplicarlos adecuadamente, esto, con el fin de no afectar a ningún ser vivo, que es la norma de los protectores de cultivos a nivel global.

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