La vicepresidenta de Sustentabilidad del Consejo Nacional Agropecuario revela cómo México avanza en prácticas agrícolas que equilibran productividad con cuidado ambiental
Por Amado Vázquez Martínez
En el mosaico agroalimentario de México, pocas voces resuenan con tanta fuerza y claridad como la de Patricia Toledo Reyes, vicepresidenta de Sostenibilidad y Responsabilidad Social Empresarial del CNA, cuyo discurso, firme y a la vez sereno, combina la precisión técnica con una visión humana del campo que nos acerca a donde productividad y medio ambiente no compiten, sino que se entrelazan como hilos de un mismo tejido.
La entrevista, realizada en un tono de confianza y con la naturalidad que da la experiencia, deja claro que Patricia -quien presentó en la ONU la temática de sostenibilidad en México-, es una de las figuras relevantes de Latinoamérica en materia agrícola y de protección ambiental, liderazgo que pone a México en la conversación global sobre sustentabilidad.
El 16 de julio de 2024 participó en el Foro Político de Alto Nivel (FPAN) de la ONU, en cuya intervención presentó el Informe Nacional Voluntario sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Además, abordó la temática de agricultura regenerativa y gestión sostenible del agua, aunado a enfatizar que «los cambios locales generan cambios globales», donde puso de manifiesto su experiencia y conocimiento sobre la sustentabilidad.
LA EVOLUCIÓN
–¿Cómo ha evolucionado el campo y el sector agroindustrial en México?– le planteo, a manera de punto de partida.
«En México hemos ido avanzando en la cadena de valor incluso en las empresas agroindustriales. Los productores están implementando prácticas que ya consideran el manejo eficiente del agua, del suelo y la reducción de la huella de carbono, que hoy se mide por subsectores, y aunque aún no hay un porcentaje integrado nacional, ya podemos hablar de progresos tangibles», explica.
Patricia recuerda que en un estudio previo del CNA sobre la atención a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el 70% de las empresas participantes alcanzó las metas que se habían planteado: «Ese dato sorprendió positivamente», comenta con una sonrisa que refleja orgullo, pero también el peso de la responsabilidad.
Hoy, con un nuevo estudio en puerta, insiste en que los avances no son anecdóticos, sino palpables: «La agricultura de precisión ha permitido optimizar el uso de agua y fertilizantes entre un 30% y 60%».
«Además, se ha fortalecido el cumplimiento de certificaciones para exportación y se ha incrementado la conciencia sobre la salud del suelo con prácticas de rotación de cultivos y ganadería regenerativa».
«Hace diez años hablar de estándares de sustentabilidad por subsector era impensable, pero hoy ya existen protocolos validados, por ejemplo, para producir maíz sustentable o en la porcicultura y aunque aún falta camino, se ha abierto una ruta sólida», asegura.

«La sustentabilidad no es moda ni discurso político; es el único camino para que nuestras comunidades rurales tengan un mañana»: Patricia Toledo,
AGENDA VERDE
En el diálogo surge un tema inevitable: el papel del Consejo Nacional Agropecuario como articulador de la agenda verde en México y Patricia, con tono firme, describe el rol del organismo que representa:
«Con el CNA hemos promovido un diálogo público-privado que ha permitido incluir la sustentabilidad en la agenda política, pues no se trata solo de regulaciones, sino de programas de capacitación, incentivos de financiamiento y esquemas que lleguen también al pequeño y mediano productor», enfatiza.
Explica que la sustentabilidad no puede quedarse como una consigna para los grandes exportadores, sino que debe permear a todas las escalas. «Claramente hay herramientas para los grandes jugadores, pero debemos garantizar que las mismas lleguen al pequeño productor, quien también necesita innovar y ser competitivo».
Ese enfoque transversal, insiste, es lo que convierte al CNA en un agente de cambio: tender puentes entre el sector público y privado, abrir espacio a las alianzas estratégicas y evitar el choque estéril con el gobierno.
AGROQUÍMICIOS Y BIOLÓGICOS
En la charla surge un recuerdo incómodo: la administración anterior que intentó prohibir más de 200 agroquímicos, incluido el glifosato. Patricia no evade el tema, lo enfrenta con datos.
«Si no existieran los agroquímicos, perderíamos hasta un 40% de la productividad actual por plagas y enfermedades»; ese es un hecho comprobado y matiza: «Pero el diálogo debe enfocarse en traer innovaciones que reduzcan la carga química y sean más respetuosas con el medio ambiente, explica.
La vicepresidenta del CNA habla entonces de la llegada de insumos biológicos y de nuevas tecnologías diseñadas desde su origen para minimizar riesgos ambientales. Una innovación que, según ella, puede cambiar el rostro del campo mexicano.
«Lo importante es viabilizar estas tecnologías al agricultor y colocarlas en el mismo nivel que en otros países. México no puede quedarse atrás», añade.
TECNOLOGÍA Y FINANCIAMIENTO
En el horizonte de la sustentabilidad, Patricia destaca la tecnología como un motor insustituible: Riego de precisión, biofertilizantes, drones y economía circular aparecen en su discurso como piezas de un mismo engranaje.
Pero la realidad del campo mexicano, admite, no siempre permite que los pequeños productores accedan a estas herramientas. «Muchas veces la falta de financiamiento limita que pequeños y medianos agricultores adopten tecnologías que ya están disponibles en el mercado», señala con preocupación.
Por ello, el CNA se ha asumido como plataforma articuladora de alianzas estratégicas, acercando a productores con empresas y organismos públicos. «El acceso al crédito y a esquemas de manejo de riesgos es lo que dispara la adopción de tecnología y buenas prácticas», afirma.
Las mesas de diálogo que promueve el Consejo buscan definir cuáles son las tecnologías más apropiadas para el contexto mexicano y, al mismo tiempo, incentivar inversiones en investigación y desarrollo que detonen innovación desde el país.

«Un país que cuida su tierra y su agua es un país que asegura su soberanía alimentaria. La competitividad se logra cuando se equilibra la productividad con el cuidado del capital natural»: Patricia Toledo, vicepresidenta de Sostenibilidad del CNA
BERRIES EXITOSAS
Al hablar de casos de éxito en materia de sostenibilidad, Patricia no duda: las berries mexicanas representan un modelo mundial. «Son un caso de éxito porque han logrado integrar productividad, cuidado ambiental e inclusión social», explica con la seguridad de quien ha visto de cerca la evolución del sector.
México se ha colocado entre los principales exportadores globales de berries, pero lo que realmente marca la diferencia, añade, es su agenda de sustentabilidad: programas de biodiversidad, manejo integrado de plagas, uso eficiente del agua y reducción de residuos plásticos.
Además, destaca el papel de la mujer en este cultivo: «El sector de las berries ha impulsado la inclusión y reconocimiento de las mujeres en el campo, con programas de salud y de cuidado familiar que fortalecen el tejido social».
No es casualidad que Patricia haya expuesto este modelo en la ONU. «Lo relevante es que las berries han adoptado un enfoque ecosistémico, integral, que combina lo económico, lo ambiental y lo social», señala.
En su conjunto, afirma, este sector «cumple con criterios internacionales de certificación como Global GAP, lo que los posiciona no solo como líderes comerciales, sino también como referentes de responsabilidad».
HUELLA HÍDRICA
Patricia Toledo reconoce que la horticultura protegida, representada por invernaderos y sistemas tecnificados, también se ha convertido en un estándar de eficiencia y sustentabilidad.
«Los productores de tomate, calabacita, chiles y pimientos han avanzado notablemente en la gestión de agua y en estándares de certificación para exportación e incluso han desarrollado metodologías para medir la huella hídrica y medioambiental», comenta.
En estados como Jalisco y Michoacán, donde el estrés hídrico es evidente, los agricultores han implementado tecnologías de riego por goteo y monitoreo de precisión que reducen el consumo de agua sin sacrificar rendimiento.
«No solo se trata de producir más, sino de hacerlo con responsabilidad. Hoy los mismos agricultores se monitorean y exigen buenas prácticas para mantenerse competitivos», agrega.
Este proceso ha permitido que sectores como el de hortalizas protegidas accedan a financiamiento verde, sustentado en evidencias de gobernanza corporativa y criterios de sostenibilidad.
BONOS DE CARBONO
La conversación se torna más técnica cuando aborda los bonos de carbono. Patricia detalla que asociaciones como la AMHPAC ya operan esquemas que permiten a sus miembros acceder a financiamiento sustentable.
«Si una empresa cumple con criterios de sustentabilidad, puede acceder a bonos de carbono y líneas de financiamiento verde. Esto no solo impulsa mejores prácticas, sino que también abre la puerta a nuevos mercados internacionales», explica.
La clave, dice, está en que la sustentabilidad dejó de ser un accesorio: es condición indispensable para exportar. «El mercado demanda trazabilidad y responsabilidad social; quien no cumple se queda fuera».
La agenda, asegura, va más allá de lo ambiental e incluye también seguridad alimentaria, inclusión social y competitividad económica. «Hoy, las cadenas agroalimentarias deben pensarse como ecosistemas integrales: si cumplen con los criterios ambientales y sociales, su competitividad se multiplica», sentencia con claridad.

VISIÓN 2030
En el cierre de la entrevista, Patricia comparte la visión del Consejo Nacional Agropecuario hacia la próxima década, horizonte es ambicioso, pero realista:
«Nuestro objetivo es avanzar hacia una agricultura y ganadería regenerativa, cadenas de valor con economía circular y trazabilidad completa; también queremos atender la regulación de cero deforestación y ampliar la red de bancos de alimentos para combatir el hambre», explica.
El CNA, bajo su liderazgo en sustentabilidad, apuesta por ampliar las capacidades del sector a través de programas de capacitación, transferencia tecnológica y acceso a financiamiento.
«La meta es clara: que para 2030 México tenga un agro competitivo, sustentable y socialmente responsable», concluye con convicción.
VOZ Y CONCIENCIA
En la medida que avanza la conversación, la figura de Patricia Toledo deja de ser solo la de una ejecutiva del Consejo Nacional Agropecuario y se convierte en símbolo de una generación que busca salvar al campo sin detener su progreso.
Su discurso no se limita a cifras o programas, pues habla con la pasión de quien ha recorrido los surcos y ha visto en los ojos de los productores el peso de la incertidumbre y la esperanza del futuro. «La sustentabilidad no es moda ni discurso político; es el único camino para que nuestras comunidades rurales tengan un mañana», asegura.
Esa convicción se refleja en la manera en que entrelaza lo técnico con lo humano: los drones que vigilan las parcelas se combinan con las manos que riegan las plantas; los bonos de carbono se convierten en un puente para que las mujeres campesinas tengan salud y seguridad en sus comunidades.
Patricia entiende que el campo mexicano es un mosaico de contrastes: desde grandes exportadores de berries hasta pequeños agricultores que luchan por sostener sus cosechas. En todos ellos, insiste, debe permear la cultura de la sustentabilidad.
«Un país que cuida su tierra y su agua es un país que asegura su soberanía alimentaria. La competitividad se logra cuando se equilibra la productividad con el cuidado del capital natural», reflexiona.
EL LEGADO
Hablar con Patricia Toledo es, en sí mismo, un recordatorio de que la sustentabilidad es una carrera de fondo: No basta un ciclo agrícola ni una administración de gobierno, pues se trata de un camino que exige constancia, diálogo y responsabilidad intergeneracional.
Ella lo sabe, y por eso insiste en el papel de las alianzas. «El CNA solo es una plataforma; lo importante es que cada productor, cada empresa, cada comunidad haga suya la agenda de sustentabilidad», afirma con serenidad.
La entrevista termina con un tono cercano, casi amistoso. La escena revela que, detrás de la ejecutiva, hay una mujer comprometida, que se mantiene firme en la trinchera del campo mexicano.
La suya es una historia en construcción: la de alguien que, desde el sector privado organizado, ha puesto sobre la mesa una verdad incuestionable: el agro del siglo XXI solo será sustentable o no será.
Con una sonrisa que combina confianza y desafío, Patricia deja la última idea en el aire, como si fuera semilla lista para germinar: «Nuestro deber es cuidar la tierra y el agua como quien cuida la vida misma. Solo así el campo mexicano podrá seguir alimentando al mundo».