La productora avícola Armantina González González, es la líder y leyenda viviente de la avicultura de Tepatitlán y de Jalisco, considerada como pionera del pollo y huevo en México

Por Amado Vázquez Martínez

En las tierras rojas de Tepatitlán, Jalisco, México, donde la aridez desafía a cada brote de vida, florece la historia de Armantina González González, cuya determinación ha forjado un imperio avícola y un legado moral en un rincón del mundo donde el qué dirán podría haberla encadenado a un destino ya escrito, pero ella se alzó, desafiando las normas y plantando semillas de cambio y progreso como líder empresarial en terrenos que otros consideraban estériles y vedados para las mujeres.

Con una sonrisa en los labios y una chispa en los ojos, dice, campiranamente: «Hay que chingarle», como si esas palabras fueran la fórmula secreta de su éxito, pues, aunque la RAE define “chingar” como “Importunar, molestar a alguien”, en el lenguaje coloquial mexicano es sinónimo de trabajar muy duro, de sol a sol, como se trabaja en esa reseca pero próspera región jalisciense: Los Altos de Jalisco.

La entidad jalisciense del Occidente de México, ubicada sobre el Pacífico Mexicano, es la principal productora de agroalimentos icónicos como el tequila -además de cuna del mariachi y la charrería-, líder en leche, huevo, pollo, cerdo, res, así como en productos agrícolas como maíz de temporal, aguacate y berries, entre otros, producción que no podría explicarse sin personajes como Doña Armantina.

HISTORIA COMPARTIDA

En entrevista, Doña Armantina, nacida el 2 de julio de 1954 en Tepatitlán de Morelos, en una época en la que las expectativas para las mujeres eran confinarlas al hogar, relata que  nunca se dejó atrapar por los grilletes de las tradiciones, pues su historia, emparentada con la del beato Anacleto González Flores, líder religioso e intelectual de la revolución cristera de los años 20 del siglo pasado, refleja una mezcla de intelectualidad y devoción por el trabajo:

«Nunca pensé en el qué dirán», dice ella, evocando una era en la que estudiar una maestría y dirigir una empresa avícola eran sueños inconcebibles para una mujer. «Mis objetivos eran otros» y con esa claridad de visión, transformó su vida y la de muchos a su alrededor para convertirse en un presente de éxito personal: líder moral de los avicultores más productivos del país, abuela y madre exitosa, consejera de bancos y sobre todo, un ser humano con profundos valores morales y religiosos.

Su historia surge en medio de los campos avícolas de Tepatitlán, en Los Altos de Jalisco, estado líder en la producción de alimentos de México, región donde se produce el 55% del huevo del país, (tiene un monumento al huevo y hasta una Ciudad del Huevo), el 21% de la leche de vaca de México junto con la mayor producción de cerdo y ganado vacuno de nueva genética.

Su empresa “Pollo y Huevo Triunfo, S.A. de C.V.” se erige como un faro de progreso y resiliencia, pues ella, a sus 80 años, sigue al mando, demostrando que la edad es solo un número cuando la pasión y la dedicación son el motor de la existencia.

Y es que dirige la empresa avícola familiar con una energía que podría avergonzar a otros más jóvenes, pues su día parece que tiene más de 24 horas, pero, como dice «todo debe de estar organizado», explica la activa empresaria quien en su vida espiritual es cursillista y participa en los cenáculos de la Divina Voluntad.

«Para atrás ni para agarrar vuelo,» comenta, encapsulando en esas palabras la filosofía de avanzar sin mirar atrás en su devenir personal, a quien sus trabajadores la ven como una figura materna, alguien que no solo ofrece empleo, sino educación y apoyo espiritual, convirtiéndola en la madre de los avicultores tepatitlenses y un ícono de las mujeres agroempresarias de Jalisco  y de México.

«¡VENGO DE DIOS Y VOY A DIOS!

En su biografía leo «¡Vengo de Dios y voy a Dios!» como apología de su vida y me comenta que sí, que es muy espiritual y religiosa, precisamente en una tierra donde hay beatos, santos y mártires de la Revolución Cristera de la década de los años 20´s y 30´s: «Sí, Anacleto González Flores (beato), fue mi pariente, pero tenemos el ejemplo, más que nada, yo creo que eso es lo importante».

¿Coincidencia que un gran líder como Anacleto sea su ascendiente? «Yo digo que lo que hay son diosidencias, porque Dios es quien nos guía, entonces, nosotros nada más nos debemos dejar guiar y claro, también hay que “chingarle”: “A Dios rogando y con el mazo dando”», dice, recordando la frase del monje cisterciense francés San Bernardo de Claraval del S XII, que se refiere a situaciones en las que no se puede permanecer pasivo y que, si se invoca la protección y apoyo divino, también debe actuarse. 

«Todos debemos de tener un objetivo claro en la vida y hay que chingarle, no queda de otra».

Armantina González González

«Lo que te digo es que “vengo desde Dios y voy a Dios”, o sea ¿A qué venimos a este mundo? definitivamente a cumplir una misión y definitivamente la mía es crear fuentes de trabajo, porque si tengo a los papás y a los abuelos trabajando, debo de crear más fuentes de trabajo para los hijos y para los nietos de esas generaciones que trabajan con nosotros».

DETERMINACIÓN Y CONFIANZA

Al mirar a Armantina González González, se percibe inmediatamente la firmeza de su carácter y la serenidad que otorga una vida vivida con propósito, cuyo rostro, enmarcado por un elegante peinado cuidadosamente arreglado, refleja una mezcla de determinación y calidez que inspira confianza.

Los ojos, profundos y expresivos, parecen hablar de años de esfuerzo, amor por su familia y una inquebrantable fe en sus valores: Son los ojos de alguien que ha aprendido a mirar más allá de las adversidades, enfocándose siempre en las metas que se traza.

De sus labios, dibujados con una sonrisa discreta pero segura, surge la sabiduría de quien ha sabido escuchar y aconsejar, mientras que el maquillaje que realza sus facciones demuestra una personalidad que valora la elegancia y el detalle.

Las manos, cuidadas pero firmes, entrelazadas frente a ella, sugieren trabajo constante y dedicación, manos de una mujer que ha construido con esfuerzo su camino, sin perder la ternura necesaria para criar a una familia con amor.

«¡Vamos adelante! ¡Vamos a trabajar! Los llantos, después… mejor vamos a trabajar y hay que chingarle, como les digo; eso del llanto y los lamentos para nada, mejor vamos a ver cómo vamos a trabajar… ¡Vamos! ¡Vamos! ¡A trabajar!
Armantina González González, avicultora y consejera de la Unión Nacional de Avicultores (UNA).

De manera clara, enmarcada en un traje azul con detalles blancos, proyecta profesionalismo y disciplina, pero también cercanía y firmeza: habla de trabajar sin dejar las cosas al «ahí se va» o «para después» … «Yo creo que Dios nos pone los medios para que caminemos, que luchemos y que trabajemos».

En los años 50´s, el papel de la mujer en México era predominantemente doméstico, aunque comenzaron a surgir cambios significativos, pues recién un año antes de que naciera Armantina, se reconoció a las mujeres como ciudadanas completas con derecho al voto.

Y es que las mujeres eran vistas principalmente como esposas y madres, cuyo futuro era encargarse del hogar y de la crianza de los hijos; en Los Altos de Jalisco la situación agrícola y social estaba marcada por la recuperación de la postrevolución mexicana y la postguerra cristera, con una economía basada en la agricultura, el cultivo del maíz, la avicultura y la ganadería, en la que participaban las familias, como la de Armantina, para asegurarse su sustento. 

ENTRE GALLINAS Y HUEVOS

Como un roble anclado al suelo con profundas raíces, su vida siempre estuvo ligada al campo y especialmente a la avicultura, quien en 1966 construyó, junto con su padre, el «Grupo Gigantes Tepa»:  

«Yo nací entre las gallinas, entre los huevos… Desde los tres, cuatro años, ya me ponían en las esquinas de los gallineros cuando vacunaban a las gallinas para espantarlas y evitar que se amontonaran porque las aves van a un rincón y se ahogan. Eso lo hacíamos mi hermano y yo, solo moviendo a las aves».

Los recuerdos de su infancia en la granja familiar brotan como flores en primavera: Se levantaba a las 6:00 de la mañana e iba a limpiar los bebederos de las aves, que eran unos canales de fierro. Tenían que destapar el extremo, lavarlos y secarlos con una franela, se volvían a llenar con agua «y luego nos íbamos a desayunar y a arreglarnos para ir al colegio a las 8 de la mañana».

«Cuando andaba limpiando los bebederos, me tomaba dos huevos crudos, les picaba la parte de arriba y en la parte de abajo, como se dice vulgarmente “como zorrillo”», sonríe y remarca la importancia de este alimento:  

«El huevo es el mejor alimento que Dios creó… te nutre desde el cerebro, los músculos, las células. Contiene todos los minerales y proteínas; solo le falta la vitamina C… una naranja, dos huevos y vámonos».

«Esta tierra roja (de Los Altos, de Tepatitlán), no es fértil, pero esa tenacidad de los alteños es lo que ha ayudado a poder salir adelante»

Armantina González González

Al concluir su carrera su hermano Ernesto, hicieron un buen equipo de trabajo junto con su papá para iniciar labores todos los días a las 7:30 de la mañana, cuando salían a trabajar a la granja y reflexiona sobre el crecimiento de la producción:

«Bueno, definitivamente la producción de huevo crece a la par de la población» y añade que «es la proteína más versátil, de mayor digestibilidad y al alcance de todo el mundo». 

«Desde la edad de 12 años, estuve trabajado en la empresa familiar con mi padre, llevando los registros de las gallinas, de los cerdos, de las vacas, pesando los camiones que llevaban las materias primas para hacer el alimento, los viajes de huevo, de ganado, de comida para cerdos».

CAMINO DIFERENTE

Habla de la necesidad que sintió, luego de terminar la secundaria, de estudiar la preparatoria y una licenciatura «salí de contador privado y después quería estudiar una carrera, pero mi papá no quiso que estudiara la prepa porque tenía que trabajar, entonces descubrí que había una prepa abierta en Guadalajara».

«Antes no existían facilidades para estudiar, había que buscarlas» y recuerda que tenía que ir a Guadalajara los sábados a estudiar, pero la carretera libre, en aquella época, estaba en reparación y manejaba durante horas por malos caminos, sin que existiera el libramiento carretero de Zapotlanejo, que dice, estaba lleno de hoyancos. 

La mayor de una familia de 13 hermanos, comenta: «Iba con mi mamá y dos hermanas que estaban estudiando piano en Guadalajara y Dios me iluminó para que me sacara eso de la manga para que me acompañaran, porque es lógico que sola pues mi padre no me iba a dejar, por el machismo y también por el pendiente».

Nunca le preocupó el “qué dirán” en esa época en que la mujer era considerada como la que debía estar en el hogar criando niños: «Eso nunca lo pensé, mis objetivos eran otros, nunca dije nada ni respondía si me decían “eso no lo debe hacer una mujer, eso es para hombres”, pero yo, en mis adentros, pensaba “lo lograré”, porque es mi objetivo y le doy para adelante y le daré para adelante».

«Gracias a Dios ahí vamos, con créditos y con apalancamientos de bancos, pero ahí vamos… Yo les digo a todos los empleados, a los amigos: “No es necesario ser la empresa que produzca más huevo, sino la empresa que tenga la mejor calidad”».

Armantina González González

Resiliente como es, valiente como es, pensó: «Tengo que lograr mis objetivos demostrando, no discutiendo ni hablando porque ¡Eh!, porque mucha gente quiere convencer solo con el verbo, pero no, hay que convencer con hechos», relata al recordar que con esa visión y ganas de salir adelante estudió contador privado en Tepatitlán, la preparatoria en Guadalajara y luego Alta Dirección de Empresas en el IPADE.

«Gracias a Dios, con el tiempo, todo ha ido evolucionando… tenemos que picar piedra, tenemos que luchar, esforzarnos y los objetivos hay que tenerlos claros, ver el cómo sí».

«La verdad que no sé qué pensarían de mí la gente y mi familia en esa época, pero pues yo creo que demostrando te ganas el respeto y la confianza, hay que seguir caminando… De repente, mi papá sí me decía, “pues por ahí hay comentarios de que cómo es posible que te deje que vayas y vengas manejando” y mi papá les decía: “sí, anda trabajando”», luego, sonríe al ver en retrospectiva sus logros.

LA INFLUENZA AVIAR

En cuanto a las epidemias de gripe aviar AH5N1 que han azotado la zona avícola de Los Altos de Jalisco, dijo que siempre se han levantado, como fue el caso de años recientes, cuando, a diferencia de Estados Unidos, una variante de la enfermedad mató a más de 40 millones de aves en el país estadounidense, en Los Altos, apenas unos cuantos millones.

En 1994, recuerda muy bien, «estaba de presidenta de Laboratorios Avilab y cuando llega esta enfermedad, de la mano con las autoridades elaboramos las vacunas para las gallinas; y en el 2012 llega la variante H7… yo estoy convencida de que para poder lograr que haya un equilibrio y una inmunidad en nuestras aves tenemos que reforzarlas inmunológicamente».

«Para soportar las enfermedades tenemos nuestros calendarios de vacunación muy puntuales y manejamos medidas de bioseguridad muy enérgicas, que es lo que nos ha ayudado a salir adelante» y dice que nebulizan las casetas (gallineros) de toda la región para matar el virus que ocasiona la enfermedad. 

La zona de Tepatitlán, Milpillas, San Juan de los Lagos, Acatic y Pegueros, donde se trata de homologar los calendarios de vacunación, tiene diferencia con los avicultores de Estados Unidos: Ellos no vacunan porque son los exportadores número uno y cita que prefieren sacrificar a las aves cuando enferman porque el gobierno estadounidense se las paga. 

EL HUEVO de EE. UU. que no cumpla con las normas de calidad mexicanas, no será importado.

«El huevo es el mejor alimento que Dios creó… te nutre desde el cerebro, los músculos, las células. Contiene todos los minerales y proteínas; solo le falta la vitamina C… una naranja, dos huevos y vámonos».

Armantina González González, avicultora y consejera de UNA

«Aquí no hay eso, entonces nosotros nos protegemos con nuestras armas, con nuestro laboratorio hacemos nuestras propias vacunas», dice tajante, al recordar que los propios avicultores, un grupo de pioneros, entre ellos su padre, Don Benjamín Pérez de Anda y Salvador de Anda, junto con ella, crearon su propio laboratorio y sus nutriólogos diseñan las dietas de las gallinas.

«Las aves comen más sano que nuestros hijos porque les damos su alimento balanceado muy puntual, elaborado por nutriólogos profesionales, a base de soya y de maíz y si necesitan alguna vitamina tenemos la fábrica de premezclas vitamínicas», pero, además, cuentan con su propia fábrica de “conos”, es decir, charolas de cartón para el huevo para evitar monopolio de cartoneras que les subían el precio hasta 120%, como la empresa Titán. 

 «Poco a poco se ha ido integrando la avicultura, es lo que se necesita, la integración: las empresas madres solicitan integrar a otras empresas para empacar, para la comida de las aves y todo eso forma esta integración», que ha convertido a Tepatitlán y Los Altos de Jalisco en el hub de gallina y huevo más grande de México.

LA UNIÓN HACE LA FUERZA

«Poco a poco, así como ahorita tenemos las computadoras y teléfonos inteligentes, antes solo teníamos las casetas convencionales (gallineros) para la crianza de pollitas y producción de huevo; hoy hemos ido aplicando la ciencia y tecnología a la industria avícola para industrializar el huevo en líquido o en polvo para panificadoras, restaurantes y empresas alimenticias como las de mayonesas». 

De la unión de los avicultores en Tepa, dice, «no es fácil, hay que chingarle, hay que tener constancia y analizar las necesidades para hacer crecer a la misma industria… la vocación de Tepatitlán es la avicultura y se lo repito: se hace porque Dios nos tiene de la mano y dice “aquí es el lugar donde se va a producir el huevo”».

«Yo digo que lo que hay son diosidencias, porque Dios es quien nos guía, entonces, nosotros nada más debemos dejarnos guiar y claro, también hay que “chingarle”: “A Dios rogando y con el mazo dando”»

Armantina González González, avicultora

«Aquí, en Jalisco, producimos el 55% de la avicultura nacional y de 10 huevos que se consumen en México, por ejemplo, en la Ciudad de México, seis son de Jalisco, particularmente de Tepatitlán… Hoy los pone la gallina y mañana está en la capital del país».

Parece fácil, pero recuerda algo trascendental: La zona alteña no es muy pródiga, «esta tierra roja no es fértil, pero esa tenacidad de los alteños es lo que ha ayudado a poder salir adelante», asienta orgullosa sobre su lugar de origen, que, a base de esfuerzo, tras varios siglos, lo convirtieron en la mayor zona productora de alimentos del país, no solo de pollo y huevo, también de cerdo, res, leche y genética de ganado.

NUEVOS AIRES

En 1981, Armantina encontró un compañero de vida en José de Jesús, con quien formó una hermosa familia. Juntos tuvieron tres hijos: Alejandro, Cinthya y Alfonso Ernesto, quienes han sido motivo de orgullo y felicidad. Hoy, su legado se extiende a sus seis nietos, Matías Alessandro, Patricio, Alfonso y tres más, quienes iluminan sus días y son la razón de su vida.

Su matrimonio impulsó su vida, pues tenía que atender a su marido, la casa, hijos, «organizándome… en la noche veía qué hacer, a las 6 de la mañana y anotaba lo que debían de hacer de comer y llevaba a los niños al colegio… pero todo bien organizado se puede».

En la adversidad, su espíritu es una fortaleza infranqueable, mostrando el poder de la resiliencia, como le ocurrió en el 2003, cuando la vida le dio muchos desengaños y retoma el punto al decirme: “Mira, de esto no me gusta hablar mucho… (hace una pausa) … yo trabajé en la empresa familiar durante toda mi vida y en ese año las hermanas tuvieron a bien hacer mayoría en el acta constitutiva y decir “¿Por qué nada más Armantina?, nosotras también podemos hacerlo”.

«Entonces, pues salí de la empresa», dice, pero en lugar de derrotarse, su fuerza interna y resiliencia de mujer alteña, la impulsaron a reinventarse: «Inicié una nueva empresa que se llama “Pollo y Huevo Triunfo, S.A. de C.V.”, con mis tres hijos y mi marido… tengo un equipo de trabajo muy, muy bonito; mis hijos, los tres trabajan aquí haciendo equipo y en octubre de cada año revisamos la meta del año anterior y fijamos la del siguiente».

«Hacer la empresa sí fue un triunfo, iniciamos picando piedra, con el apoyo de amigos avicultores que me dicen “te rento granjas” Pero, ¿Cómo te las pago? “Tú sabes”, me decían…  tenía una casa en Guadalajara, la vendí para pagar gallinas, alimentarlas, rentar casetas… no ha sido fácil, ha sido trabajar fuerte».

Su propia compañía era muy sencilla: «Iniciamos con las primeras dos casetitas que renté en el 2003 con 40 mil gallinas y fui rentando otras granjas y ya nada más platicaba con los amigos avicultores grandes que me enviaban las pollas para salir adelante».

«Definitivamente por eso digo que Dios pone los medios y Dios se va manifestando con esos amigos avicultores que te dicen “aquí están las gallinas”, “tú puedes”, esa confianza, el que te digan que salgas adelante y te apoyen, ¿Por qué? “Porque ahí está la mano de Dios”».

«Gracias a Dios ahí vamos, con créditos y con apalancamientos de bancos, pero ahí vamos… Yo les digo a todos los empleados, a los amigos: “No es necesario ser la empresa que produzca más huevo, sino la empresa que tenga la mejor calidad”, eso es lo que debemos ser: La empresa de mayor calidad y por eso luchamos junto con el trabajador».

LÍDER EDUCATIVA

Ella lidera como un águila en los cielos, vigilante y siempre protegiendo a su comunidad, tanto, que es una benefactora social reconocida por apoyar la educación y a distintas asociaciones benéficas en la zona alteña de donde es oriunda: “Es importante hacer que los trabajadores estudien», apunta, al comentar que los apoya para terminar la primaria, secundaria, preparatoria y luego su carrera profesional.

Los casos de éxito de las personas a quienes ha apoyado saltan a la vista: «Ya tenemos contadores, veterinarios, gente que ha salido de aquí, desde abajo, de caseteros, que ahora siguen en lo administrativo y ahí van, o en lo operativo … platico con ellos el día de la graduación de primaria, secundaria, les hago una comida, intercambiamos dudas y les ayudamos»

«Tenemos gente con vocación en cada área y yo les digo: Cuando tú te levantes en la mañana y digas:

 “¡Qué emoción, me voy a trabajar!”, es que te gusta tu trabajo; pero si te levantas y dices:

“¡Qué flojera!” es que ya no estás contento, tienes que buscar algo que te guste para que estés contento».

Además, les damos pláticas de manejo de vacunas, manejo de bioseguridad y de la producción, así como para su persona. No solo es darles trabajo, sino que estén bien mental y espiritualmente para estar fuertes, porque debemos estar bien mental, espiritual y físicamente».

MADRE DE LA AVICULTURA

«Cuando veo a una persona triste, angustiada, le digo: “Vete con el Santísimo (Dios) a la Iglesia, verás que encuentras la solución”. Dice que no está en un nicho en la oficina, pues visita sus casetas, convive con sus trabajadores «cada uno somos un eslabón de la cadena y debemos trabajar juntos para salir adelante».

Armantina es conocida como la madre de la avicultura en Tepatitlán, tanto, que, con amor y casi con lágrimas en los ojos, recuerda a muchos trabajadores y a muchas otras personas, que le han dado las gracias por ayudarlas en sus momentos difíciles:

«Muchísimas, muchísimas personas me agradecen por apoyarlos… al extremo de que el 10 de Mayo (Día de las Madres en México), me han llegado con servilletas cosidas a mano (artesanía mexicana de hilo de algodón bordada a mano que regularmente se regala a las madres en su día) y una cartita de agradecimiento».

IMPORTACIÓN MASIVA DE CARNE EL AÑO pasado México importó de EE.UU. 181 mil toneladas de carne de res y 794 mil 597 de cerdo, equivalentes al 10% del consumo total del país de la primera y al 40% de la segunda.
«Definitivamente yo veo a un Jalisco con una gran vocación avícola ¿Por qué? Por la tenacidad de los pioneros de la avicultura, ¡A darle y a darle!; llegaron enfermedades, el Newcastle acabó con las aves, pero volvimos a repoblar y a seguirle»:
Armantina González Gonzále.

La también líder moral de los avicultores alteños y de gran parte del país, apunta, con humildad: «Otros me lo dicen en persona y yo les respondo que, pues “es gracias a Dios, porque Dios es el que está poniendo los medios”, así es de que yo no hago nada, yo nada más soy el instrumento, hay que seguir adelante». 

EMPRESARIA Y POLÍTICA

El trabajo por la gente la llevó a la política como regidora en el Ayuntamiento de Tepatitlán y dos veces como presidenta de la Asociación de Avicultores de Tepatitlán, donde, comenta, aplicó sus principios personales de ayudar a superarse a las personas con la educación y con la espiritualidad:

«Es lo mejor, claro, definitivamente al lugar que voy me toca cada vez tratar de hacer las cosas bien y en favor de la empresa para que todo mundo esté en armonía, estén fuertes y contentos».

Cuenta que ha sido la primera y la única mujer «hasta ahorita», dice, que ha dirigido a la Asociación de Avicultores de su tierra, de la que ahora es presidente su hijo Alejandro: «Estoy motivando a más personas para que las hijas de los avicultores comiencen a estar dentro de una asociación».

EL FUTURO

«Definitivamente yo veo a mi Tepatitlán como líder en producción de huevo y una región de Los Altos fuerte en avicultura y cerdo… nuestro trabajo es fuerte, estamos reforzando las medidas de bioseguridad, con el sistema de buenas prácticas en todas las granjas, el cual actualizamos cada día».

Expone que, para enfrentar las dificultades que le ha tocado sortear en la vida, como iniciar su propia empresa avícola desde cero «hay que estar fuertes espiritualmente, a mí Dios me dio la fuerza cuando tuve condiciones difíciles… hay que tener las metas y los objetivos muy claros. Para atrás, ni para agarrar vuelo», dice contundente.

Y reitera: «Voy a seguir siendo avicultora, porcicultora, fijándome metas todos los días, acudiendo todos los días a misa, comulgando, eso es lo que me fortaleció» y respecto a que si ante las derrotas en la vida se retiró a llorar, en lugar de buscar soluciones, asienta muy enérgica crispando las manos y poniendo serio el rostro: 

«¡Claro que no! «¡Claro que no! «¡Claro que no!

«¡Vamos adelante! ¡Vamos a trabajar! Los llantos, después… mejor vamos a trabajar y hay que chingarle, como les digo; eso del llanto y los lamentos para nada, mejor vamos a ver cómo vamos a trabajar… ¡Vamos! ¡Vamos! ¡A trabajar!».

MENSAJE A LA SOCIEDAD

«Yo les digo a los jóvenes, mujeres, hombres, que se exijan una meta y vayan trabajando en torno a ella, que no se desanimen… que cada quien siga el objetivo que tenga… si alguien quiere ser licenciado, tiene que estudiar leyes y debe ir a un buen despacho de abogados para aprender… igual los que quieran ser contadores, deben practicar».

Concuerda en la afirmación de que las crisis no aguantan 24 horas de trabajo ni dos rosarios: «Lo que pasa es que, teniendo tus objetivos claros, trabajas sobre ellos preparándote… nunca hay que dejar de prepararnos, siempre hay cosas nuevas, por ejemplo, en esta empresa nunca hay un día igual… siempre hay diferentes cosas cada día».

«A mí me gusta mucho prepararme», dice, al citar que durante la pandemia se acostumbró a sostener reuniones por videoconferencias para capacitarse, aprender, enriquecer los talentos personales, además de actualizarse en temas bancarios, ya que es consejera de instituciones bancarias.

«Hay temas de nutrición para cerdos y aves, congresos de agricultores, veterinarios, que proporcionan pláticas extraordinarias», eventos a los que dice acudir para actualizarse y a los que invita a su personal.

MORAL Y NEGOCIOS

«En todos los negocios deben aplicarse los valores morales, todo está en hacerlo, medir tus fuerzas como persona, como empresa y ver que te apoye un banco, porque no toda la gente tenemos los capitales»,afirma.

«A mí me costó mucho trabajo cuando inicié la empresa porque ningún banco me conocía, pero la empresa era reciente y no tenía una trayectoria, la empresa “Triunfo” no la conocían… pero le batallé y hasta soy consejera».

Comentó que no ha tenido problemas en la vida por ser mujer ni con hombres ni con mujeres «no se me hace difícil, la verdad es que teniendo el mismo objetivo, caminamos todos de la mano».

¿ES ENÉRGICA? ¿ES FUERTE?

«Definitivamente, Armantina, cuando tiene que ser fuerte y tiene que exigir, poner las cosas sobre la mesa, las pone… cuando hay que ayudar, dar consejos, también tiene su parte maternal», relata de manera clara al explicar su decálogo personal de vida.

«Siempre hay que ver en bien de la empresa, que no te traigan como veleta de allá para acá… y cuando hay que ayudar a asilos, hospicios, a niños con autismo, a jóvenes futbolistas, ciclistas, pues bueno, hay que ayudar para que les den un diploma, una medalla, hay que apoyarlos para que sigan creciendo».

«Hay que proporcionar canchas, porque si no tienen dónde jugar, tocar guitarra, hacer manualidades de madera, estudiar fontanería, electricidad, pues hay cursos para todo ello para que estudien en la tarde, para que no vayan a reuniones que no son convenientes».

En el año 2022, Armantina, consejera de la Unión Nacional de Avicultores (UNA), recibió de manos de David Castro Monroy, el Diploma al Mérito Avícola 2022 por su gran labor realizada a lo largo de su fructífera vida en favor de la industria avícola nacional.

¿CÓMO LE GUSTARÍA QUE RECORDARAN A ARMANTINA?

«Como una mujer que hizo todo lo que tenía que hacer para mejorar a la sociedad, mejorar Tepa, mejorar Jalisco y mejorar México ¿En qué? En alimentos, moral e intelectual para la fortaleza espiritual y que luché para que la gente fuera mejor formándose. Esa es nuestra misión en este mundo: poner alma, vida y corazón en lo que hacemos».

«Ahorita, hace unos días, unos meses, nos dieron una viodeoconferencia con una mujer robot…, gesticulaba, se movía, sin alma y sin cerebro… si ya vienen los robots, debemos prepararnos día y noche» para competir con ellos.

Nacida en las tierras rojas de Tepatitlán, una región conocida por su productividad avícola y pecuaria, su legado es un testamento de lo que se puede lograr con perseverancia, quien reflexiona y agradece lo que pudo hacer y lo que la vida le ha dado:

«Primeramente el agradecimiento a Dios y a María Santísima, a mis padres, hijos, al equipo de trabajo», dice a quien llaman algunos “la leyenda viviente de la avicultura jalisciense”, quien remata con su lenguaje campirano y sus frases como «le doy para adelante y le daré para adelante» que enfatizan su determinación continua y persistente para despedirse con esta frase:

«Todos debemos de tener un objetivo claro en la vida y hay que chingarle, no queda de otra».

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