El tratado comercial México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), fue actualizado el 1º de julio del 2020, acuerdo que sustituyó al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y dentro de dos años (2026), tendrá una revisión, en la cual el capítulo agropecuario merecería una revisión muy especial y específica en varios apartados.
Recientemente, la actual representante de Comercio Exterior de Estados Unidos, Katherine Tai, fue escéptica sobre acuerdos fluidos y soluciones rápidas al plantear un escenario que calificó como «incómodo».
El Tratado no solo representa un volumen comercial exportador de gran magnitud, particularmente en el ramo agroalimentario, que genera para México anualmente un promedio de ingresos de 51 mil millones de dólares (2023), sino que impone desafíos en varios frentes que, por los vaivenes geopolíticos y económicos requieren ajustes constantes y que lo hacen tan valioso como complejo.
Existen temas como las diferentes disposiciones para regular el comercio digital, la estructura y alineamientos en términos de competitividad, las buenas prácticas de reglamentación que abarcan a diferentes sectores y que ponen en una situación compleja al agro mexicano.
México, como proveedor de alimentos de Canadá y Estados Unidos, requiere más infraestructura e inversión para cumplir con los estándares y compromisos en materia sanitaria, de calidad, sostenibilidad, transparencia y comercialización justa.
No solo se trata de productos del sector primario mexicano que llegan al mercado estadounidense, pues como bien sabemos a EE.UU. y Canadá exportamos, primordialmente, cerveza, tequila, aguacate, tomate, frambuesa y mora, carne de bovino, y muchos otros destacan en exportaciones, pero hay otros factores que enfrentarían la revisión.
Por ejemplo, los referidos a la adhesión a los criterios ESG (factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo que se tienen en cuenta a la hora de invertir en una empresa), que involucran la calidad integral con un marco sostenible.
La erosión del suelo, los rendimientos de los cultivos o el acceso al agua forman parte de la observación de estos criterios en la producción de alimentos y en el caso de México, en ese capítulo enfrenta una reorganización de muchas de sus metas tradicionales que ahora tienen que ver no solo con el volumen de mercancías listas para consumir, sino del cuidado de los recursos naturales y humanos que hay detrás de cada fruta u hortaliza.
El otro frente que asoma para el agro en el T-MEC es un cimiento jurídico que garantice seguridad pública y respeto irrestricto a las leyes, con reglas de juego claras y libres de cualquier sesgo ideológico que pudiese afectar el comercio trilateral.
Los grandes desafíos de la revisión del Tratado son agregar valor a las cadenas de suministro, ampliar y optimizar infraestructuras, generar una clara señal de responsabilidad en materia de trabajo y empleo justo, avanzar en la consolidación de bases sólidas que respeten leyes, acuerdos y equilibrios comerciales que ayudarían a sostener el desarrollo económico desde cada unidad de producción en México.
Uno de los puntos fundamentales que merecen revisión en el T-MEC es el que habla sobre el trabajo forzado y el trabajo infantil (Capítulo 23) (Laboral), apartado que establece compromisos claros para prevenir la importación de mercancías producidas bajo estas condiciones, particularmente en el caso de México, donde algunos sectores piden la autorización oficial y reformas al Tratado para contratar jóvenes menores de edad en labores no peligrosas en el campo ante la carencia de mano de obra.
Un gran reto para el país también será el tema de la importación de maíz amarillo transgénico de EE.UU. y del uso del glifosato en la agricultura, esto, ante la petición del vecino país de instalar un panel arbitral del T-MEC el 17 de agosto del 2023, luego que de que el Gobierno de México publicara un segundo decreto el 13 de febrero del 2023 que permitía importar el grano estadounidense solo para consumo pecuario -medida previamente prohibida en 2020-, y que aceptaba volver a importar y usar el herbicida glifosato hasta que el país elaborara un sustituto.
Estos y otros temas estarían en la agenda de la revisión del T-MEC en el 2026, que con nuevos presidentes en EE.UU. y México, tendrán un nuevo capítulo para discutir el futuro del importante convenio comercial.