«La innovación y las tecnologías avanzadas en materia de insumos agrícolas, biotecnología y digitalización del agro, serán clave para abordar los desafíos globales de alimentación…»

Por César Rafael Ocaña Romo

Ex Director Adjunto UMFFAAC, M.Sc. in International Agricultural Sciences. Humboldt Universität zu Berlín, Alemania

Los insumos fitosanitarios o plaguicidas ayudan a prevenir y controlar las plagas que pueden dañar los cultivos, lo que garantiza una producción agrícola más robusta y evita pérdidas significativas de alimentos. Al proteger los cultivos de enfermedades y plagas, se aumenta la cantidad de alimentos producidos, lo que es crucial para una población en constante crecimiento.

Al prevenir la destrucción de cultivos, los plaguicidas, junto con los fertilizantes, ayudan a conservar recursos como agua, suelo y energía, ya que en caso contrario se utilizarían más para poder reemplazar la perdida de rendimientos por unidad de superficie.

Los plaguicidas también se utilizan para controlar insectos que pueden transmitir enfermedades a los seres humanos, como el mosquito que transmite el virus del Zika o la Malaria.

La agricultura es una parte fundamental de muchas economías y el uso de plaguicidas (al igual que los fertilizantes) contribuyen a la estabilidad económica al garantizar una mejor producción agrícola, por lo que es importante utilizarlos de manera responsable y seguir prácticas agrícolas sostenibles para minimizar posibles efectos negativos en el medio ambiente, salud humana y producción agrícola.

La gestión de plagas es un desafío constante en la agricultura de todo el mundo, es un tema complejo que involucra consideraciones de seguridad alimentaria, impacto ambiental, salud pública y sostenibilidad agrícola.

En la discusión sobre el uso de plaguicidas en la agricultura, la ciencia desempeña un papel fundamental en la evaluación de los riesgos y beneficios; sin embargo, grupos diversos han llegado a interpretar la evidencia científica de manera diferente, lo que lleva a debates y controversias que lejos de contribuir a la salud y ambiente afectan al sistema agroalimentario.

 

MARCO REGULATORIO

El marco regulatorio de plaguicidas existente en México es exhaustivo, y está disperso entre varios instrumentos y autoridades. Algunas de las leyes y regulaciones clave incluyen la Ley General de Salud, la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente y la Ley Federal de Sanidad Vegetal.

El reglamento en Materia de Registros, Autorizaciones de Importación y Exportación y Certificados de Exportación de Plaguicidas, Nutrientes Vegetales y Sustancias y Materiales Tóxicos o Peligrosos (RPLAFEST) es el estatuto más relevante con relación a los plaguicidas, debido a que aborda los registros y autorizaciones de importación y exportación.

Además, existen más de 20 Normas Oficiales Mexicanas (NOM) obligatorias, sobre aspectos técnicos de la gestión de plaguicidas, como eficacia biológica, límites de residuos máximos (LMR), etiquetado, establecimientos de plaguicidas y pulverización aérea, entre otros aspectos.

Los diferentes reguladores implementan el marco regulatorio de plaguicidas en el contexto de sus atribuciones, lo que afecta mecanismos de coordinación, calendarios de ejecución, implementación y capacidad de cumplimiento, ello conjuntamente con desafíos en la asignación y priorización de recursos financieros, así como con repercusiones en la cadena de valor agroalimentaria.

Por ello preocupan el uso de plaguicidas ilegales (sin registro de la autoridad) y los «piratas» (que son imitación falsa de los que sí tienen registro), al no cumplir con los estándares de seguridad y calidad establecidos, sumándose además el robo al autotransporte de plaguicidas, propiciando riesgos a la seguridad, salud pública y economía.

Se considera relevante que las autoridades mexicanas refuercen la aplicación de la regulación, monitoreo y vigilancia en la emisión y renovación de registros de plaguicidas en su comercialización y uso, así como en la educación, capacitación y concientización a los agricultores y otros actores involucrados en la cadena alimentaria.

Cabe citar que la producción agropecuaria del campo mexicano va mucho más allá de la oferta nacional: se exporta a 51 países con los cuales México tiene 14 tratados comerciales, donde los insumos utilizados son plenamente avalados, por ello se ha logrado ser el doceavo productor mundial de alimentos entre 195 naciones.

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