Por Andrés Canales Leaño | Director General

México enfrenta una crisis sanitaria y económica con la reaparición del gusano barrenador del ganado (GBG), una plaga que había sido erradicada en 1991 pero que, debido a diversos factores, ha vuelto a afectar al sector pecuario. La infestación de este parásito, causado por la mosca Cochliomyia hominivorax, representa un riesgo grave para el ganado y, en casos excepcionales, para los humanos, cuya presencia en el país ya provocó la suspensión de exportaciones de ganado en pie y afectó a humanos y animales.

Al escribirle a Ustedes en este mes de mayo, espero que en el transcurso de junio pueda lograrse reabrir las exportaciones de ganado mexicano en pie a Estados Unidos, suspendida desde el 11 de mayo al detectarse nuevos casos de infestación del GBG en Campeche y posteriormente en estados como Veracruz.

En el caso de Jalisco, segundo estado productor de carne e impulsor de la genética bovina, Sader-Jalisco ha impulsado el blindaje de la frontera estatal con capacitación a los ganaderos y con vigilancia permanente a fin de evitar el contagio de los hatos locales. 

El resurgimiento del gusano barrenador se atribuye a múltiples factores, entre ellos, el cambio climático que ha favorecido la reproducción de la mosca, mientras que la evolución del insecto ha complicado su control.

Sin embargo, uno de los elementos más preocupantes es el tráfico ilegal de ganado desde Centroamérica. Hace dos años, Homero García de la Llata, presidente de la Confederación Nacional de Organizaciones Ganaderas (CNOG), advirtió en Tierra Fértil sobre la introducción de ganado sin estatus sanitario, lo que incrementó el riesgo de propagación de enfermedades y el 12 de mayo pasado refrendó ante el secretario de Agricultura y Ganadería de México, Julio Berdegué, su propuesta de sellar la frontera sur ante el trasiego ilegal de ganado, aunado a producir más moscas estériles.

Este último punto se ha logrado al anunciar el Departamento de Agricultura de Estados Unidos la inversión de 21 millones de dólares para producir moscas estériles en el sur del país, pues actualmente se traen desde Panamá 100 millones por semana desde una planta operada por el Servicio de Inspección de Sanidad Animal y Vegetal (APHIS) de Estados Unidos.

Y aunque el propio titular de Sader ha señalado en las últimas semanas que descendió el número de casos de contagio de GBG, la preocupación en el sector es permanente, pues anualmente México exportaba en promedio de 1.2 a 1.4 millones de cabezas de ganado en pie. 

Sin duda, uno de los factores que impactó y propició el avance de la plaga, fue la reducción de presupuestos destinados al Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), debilitando la capacidad de respuesta ante emergencias sanitarias por parte de una menor cantidad de inspectores. 

El impacto de la plaga ya se ha reflejado en la economía ganadera, ya que en noviembre de 2024, Estados Unidos suspendió temporalmente las importaciones de ganado mexicano, afectando la exportación de más de 75 mil cabezas y generando pérdidas estimadas en 10 mil millones de pesos. 

Además, el riesgo de transmisión a humanos ha encendido las alarmas sanitarias, con casos confirmados de miasis en personas y si la plaga no se controla eficazmente, podría extenderse a otras regiones del país, comprometiendo la producción pecuaria y la seguridad alimentaria.

Ante esta crisis, el gobierno mexicano ha intensificado las negociaciones con Estados Unidos, pues Julio Berdegué Sacristán, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), ha sostenido reuniones con Brooke Rollins, secretaria del Departamento de Agricultura de EE. UU., para coordinar estrategias de contención como la creación de la nueva planta de moscas estériles.

La reaparición del gusano barrenador es un llamado de atención sobre la necesidad de fortalecer las medidas de bioseguridad en la frontera sur y garantizar un presupuesto adecuado para Senasica. Es fundamental que el gobierno implemente inspecciones rigurosas en el traslado de ganado y refuerce la vigilancia epidemiológica y además debe mantenerse la cooperación internacional activa para evitar que la plaga se convierta en una crisis aún mayor.

México tiene la oportunidad de aprender de esta situación y establecer protocolos más sólidos para proteger su industria ganadera mediante la inversión en tecnología, que junto con el compromiso del Estado de atender la sanidad, serán clave para erradicar nuevamente esta amenaza y asegurar la estabilidad del sector pecuario.

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