

Ing. Luis Fernando Haro Encinas
Director General | Consejo Nacional Agropecuario
Uno de los derechos plasmados en el artículo 4º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, señala que toda persona tiene derecho al acceso, disposición y saneamiento de agua para consumo personal y doméstico en forma suficiente, salubre, aceptable y asequible, asimismo, en ese mismo artículo se considera que toda persona tiene derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad; son dos derechos, el del agua y la alimentación, que el Estado debe de garantizar a su población.
Existe un gran reto a nivel mundial y en nuestro país con respecto a la prioridad en el uso del agua, en donde claramente el uso público urbano es la mayor prioridad por tratarse del consumo humano, esencial para la vida; de igual forma está el uso industrial y el uso del agua para la agricultura, lo importante es cómo garantizar el abasto de agua para todos los usos, lo que pudiéramos llamar como el uso sustentable del agua que permita garantizar el abasto del líquido actual sin comprometer el futuro de las próximas generaciones.
Según la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) la distribución del uso del agua en México es de la siguiente manera: Agricultura: 76%; uso público – urbano y doméstico, el 14.4%; Industrial integrado, el 4.9% y electricidad (no hidro) 4.7%. A nivel mundial el mayor usuario del agua es la agricultura, utilizada para la producción de alimentos y es en donde se hace fundamental que se puedan hacer inversiones para eficientizar su uso y con ello garantizar el abasto para los demás usos de este vital líquido, no sin ello y con una visión de largo plazo implementar soluciones integrales para el cuidado y mejor uso del agua en todos los sentidos.
Es por ello que deberán de implementarse programas de concientización y de generar una real cultura en el uso del agua; el tratamiento de aguas residuales; la reparación de fugas en las ciudades y poblaciones, la captación de agua de lluvia; la modernización de los distritos de riego, asi como la tecnificación del riego y el uso de la agricultura inteligente.


En México, la superficie agrícola total (2022) es de casi 21 millones de hectáreas (Mha), y de éstas, sólo seis millones (incluyendo cultivos cíclicos y perennes) cuentan con algún sistema de riego; de estas se obtiene más de la mitad de la producción agrícola nacional, ya que una hectárea con riego puede ser hasta tres veces más productiva que una de temporal.
La eficiencia utilizando riegos presurizados puede llegar a más del 90%; si se realizaran inversiones para la tecnificación del campo mexicano, los ahorros obtenidos, más el manejo integral de este recurso, realizando las inversiones adecuadas en infraestructura hidroagrícola, permitirán tener una garantía de abasto con una visión de largo plazo en todos los usos.
Se plantea la creación de un fondo nacional de infraestructura hidroagrícola con la participación de todos, sector productivo y gobierno en sus tres niveles, pues el campo mexicano no es el problema, sino que debemos de verlo como una solución.
El agua es un recurso vital en la agricultura y desempeña un papel fundamental en el crecimiento y desarrollo de los cultivos. El suministro adecuado de agua en la agricultura es esencial para mantener la productividad de los cultivos y garantizar la seguridad alimentaria.
Es un compromiso de todos trabajar mediante acciones que vayan enfocadas a garantizar el abasto de agua para toda la población, aunado a ello se plantea que también se puedan producir y asegurar la alimentación para todos, por lo que es necesario implementar un plan nacional hidro agroalimentario.