El agricultor, ganadero, consultor y agroempresario considera que es necesario producir de manera sustentable y con menos recursos, pero con más jóvenes y tecnología

«Traigo el campo en la sangre, lo trabajo, vivo, estudio», dice orgulloso de su estirpe el multifacético agroproductor y agroindustrial, consultor y líder de agrupaciones del sector rural, quien practica la sustentabilidad y da apoyo a jóvenes productores, para quien los años venideros pondrán a prueba la capacidad de la gente involucrada con el campo.

Es Francisco Mayorga Campos, heredero de un apellido profundamente ligado con el campo desde hace varias generaciones y quien ha pasado por todas las etapas de un campesino: desde la siembra, cría de animales, comercialización y orientación a otros agroempresarios que buscan una mejor producción sin dañar el medio ambiente.

HISTORIA RÁPIDA

Desde que tiene memoria, Francisco ha estado involucrado con el sector, pues cuando tenía 17 se dedicó a la cría de borregos poco antes del año 2000, ya que su abuelo era ganadero, su papá agroindustrial…, «de una u otra forma traigo al campo en la sangre».

Después «me animé a poner una producción de orgánicos, me ha llamado también la agricultura agroecológica, los movimientos de conservación, la vermicultura».

Una de las actividades que marcó su vida y le hizo entender cómo se mueven los mercados, fue la operación de una pequeña granja de gallinas certificada, gracias a la cual comenzó a hacer lazos comerciales y equipo con la comunidad americana de Ajijic, quienes lo invitaron al mercado orgánico que se instala los martes en esa población.

También se ha dedicado a dar consultoría, certificado por FIRA, para hacer proyectos, empresas, «he trabajado con estados para el ordenamiento de rastros, de sanidad, hemos hecho productos de análisis y divulgación, en pesca, en precios de mercado».

Además colabora en las agroempresas de su familia, algunas, de 70 años de existencia, pero le gusta trabajar con jóvenes emprendedores en el ecosistema agroecológico y desde los 18 años ingresó al entonces Consejo Agropecuario en la división de jóvenes. 

PRIMER DIAGNÓSTICO

Para Francisco Mayorga, hacer un diagnóstico de la situación por la que atraviesa el campo en el país, no es fácil, pero considera que debe tomarse en cuenta el ámbito productivo, la sustentabilidad, las mejores prácticas y el uso de la ciencia y la tecnología.

«Somos productivos, sí, pero debemos tener sustentabilidad, ¿a cuántos años? ¿Qué mejores prácticas tenemos que hacer, dice, para añadir: «¿Dónde está el incentivo de mercado para que haya prácticas correctas que puedan derivar en el punto anterior que es la sustentabilidad y en el cuarto punto es la ciencia y la tecnología?».

«Hemos escuchado de la situación del campo, del recorte presupuestal de un 30 por ciento menos, 19 mil 181 millones de pesos de recorte que es borrado del gasto para el 2020», asevera.

«Pero lo que más me preocupa es que ya sea el gobierno o instituciones, algunas no han podido enganchar la ciencia al servicio del campo, ni para los investigadores que generen soluciones porque existe pulverización de la tenencia de la tierra».

«Pero además pienso que son indispensables dos temas estructurales: Combatir la inseguridad que en el campo está prevaleciendo y atender el relevo generacional, los esquemas vinculatorios, de integración, que inviten a los jóvenes a voltear a ver al campo, a arraigarse, a tomar riesgos».

«CAMPOS DIVIDIDOS»

Para Mayorga Santos, el campo que percibe es una división entre la agricultura ecológica, de los ejidos, de las comunidades indígenas, enemigas de la agricultura industrial, moderna, de biotecnología; un campo al que no llegan muchas instancias oficiales o educativas, donde unos no creen en los otros. 

«Pero veo que hay una realidad que tiene muchas más coincidencias y puntos de construcción y que la agricultura pequeña tiene muchas lecciones que ofrecer a la agricultura industrial y viceversa».

«La vía es entendernos con mecanismos y con vías nuevas, paralelas, creativas» expone el entrevistado.

CASO JALISCO

En el caso de la agroproducción de Jalisco, principal aportador del PIB agroalimentario nacional con el 12 %, expone que la agricultura actual «está como en un boom, en una moda, en una bonanza de cuatro productos: aguacate, berries, higo y el maíz, pero fuera de esa moda como que no tenemos nuevos proyectos, nuevas ideas».

«Pero habrá que hacerle caso a la ganadería, por ejemplo, en temas de bienestar animal, a la mitigación del cambio climático, a la producción de la agricultura urbana en las ciudades y debemos dialogar, sentarnos, platicar, compartir ideas».

Luego dice que la administración pública, los sectores, deben ir al diálogo, porque no todo es aguacates, berries o higos «hay regiones enteras con potencial desaprovechado, como la Zona Norte, la Costa, la Sierra de Amula».

«En la Zona Norte veo muy concreto que la orientación y vocación es la ganadería, desde cientos de años ha sido el sistema vaca-becerro con orientación para exportación, pero hay también otros hallazgos como el orégano, que tiene un potencial por descubrir, como la vid, como cuestiones silvopastoriles».

«En todas estas regiones tienes un CUC de la UdeG, donde tienes maestros, alumnos, practicantes y eso es un mecanismo para investigar, para dar soluciones locales y canalizar el talento de los jóvenes que egresan para que se queden en sus tierras y puedan continuar los negocios de los padres».

«Es lo que veo en Jalisco, veo también una polarización: productores muy grandes, muy tecnificados y productores pequeños, así como muy pocos productores medianos».

Para el agroempresario, la parte que más le preocupa es la cuestión de sustentabilidad, «lo hacemos con el aguacate pero las berries tienen también un impacto ambiental interesante, entonces, ese es a agrandes rasgos, sin entrar en muchos detalles, como veo la película de los dos lados».

MUCHO CON POCO

Ante el anunciado recorte presupuestal al campo de hasta un tercio de su presupuesto, equivalente a unos 20 mil millones de pesos, dice que se puede hacer menos con más «es posible y tiene que ver con mecanismos más sociales y me explico con un ejemplo:»

«El programa de MASAGRO, del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, CIMMYT, llamado Modernización de la Agricultura Sustentable, tiene prácticas muy sencillas de tecnología local para que los productores suban un peldaño en su productividad y generen en dos o tres años el doble o triple de lo que tenían inicialmente».

Dice que esto se logra con herramientas, con prácticas sencillas, como labranza mínima, rotación de cultivos, identificación de plagas, vitrinas e intercambios con vecinos, «con soluciones rústicas de almacenamiento de granos, con vinculación de mercados a través de un descubrimiento de precios con mensajes de texto en sus celulares».

«Son cosas en las que no necesariamente tienen que gastar mucho dinero los productores, porque entra el ingenio, la creatividad, el sentido de comunidad, en donde “vamos a ver qué hace el compadre”, “mi compañero ejidatario qué dice”, vamos con los habilitadores y vamos a incluir a las nuevas generaciones».

«Y es que si algo nos distingue a los mexicanos es el ingenio, la creatividad, la capacidad de dar soluciones con muy poco dinero, con pocos recursos, yo sí creo que este escenario sí o sí nos tiene que obligar a pensar creativamente».

«La falta de subsidio será para bien porque cambiará a financiamiento, que no lo hay, pero surgirán empresas, que al ver el nicho de mercado del campo, llegarán, como sofomes, cajas populares, cooperativas de ahorro y préstamo porque no podemos hacer prácticamente nada para cambiar los recortes».

«Por supuesto -es mi respuesta al recorte-, que esto será para bien y en nosotros y en la agricultura actual tenemos posibilidades de darle la vuelta al problema», precisa.

TRIPLE HÉLICE

Al hablar de la vinculación de los productores con empresas y universidades para la vinculación para que llegue más tecnología al campo, apunta a la pregunta de ¿cómo lograrla? y ante el ejemplo de la UAG con su Centro de Innovación Tecnológica y Servicios para la Industria Alimentaria (CITSIA), que transfiere tecnología al campo, dice que sí hay formas de lograrlo.

«Los vinculadores pueden ser los organismos intermedios, las cámaras, esos institutos que están dentro de las propias universidades, donde tienen al maestro, al productor, como CITSIA, que son los que hablan un idioma común que entienden académicos y productores»

«Siento que es diálogo y acercamiento, ir al centro universitario, al centro de investigación, somos ejidatarios, productores, buscamos determinada solución… ¿Ustedes qué tienen? Diría que tenemos que meter el cuerpo, llegar a arreglos, abrir la puerta y arriesgarse a que suceda algo nuevo».

De las posibles soluciones a la problemática actual del campo mexicano y de los problemas que traerá aparejados la falta de apoyos, Francisco plantea una solución clara y precisa: «Debemos dar un extra en el trabajo, estar más tiempo presentes en el campo, estar en campo, pidiendo, conviviendo, viviendo, ensuciándose, será indispensable».

«Yo recuerdo que cuando trabajaba en un rancho en Estados Unidos, el patrón me preguntó si sabía la diferencia entre un productor de países primermundistas y países tercermundistas y le dije que no lo sabía.

Me contestó: «Mira, nosotros vivimos en el rancho; pero ustedes van al rancho y regresan». También eso se aplica para pequeños, medianos y grandes. «Otro cosa es la vinculación, debemos hacernos más preguntas, buscar respuestas… conocer temas que no conocíamos y de ahí evolucionamos».

De los cultivos que necesitan tecnificación y sustentabilidad, cita el de la caña: «El cañero es uno de los sectores más ineficientes, usan una cantidad bestial de insumos, muchísima agua, no tienen rotación de cultivos, hay una emisión excesiva de CO2 al quemar la caña y año tras año sucede lo mismo, pérdida de biodiversidad, degradación del suelo, de enormes cantidades de dinero».

OBSERVAR EL MERCADO

Otra de las soluciones de los agroproductores es analizar su mercado: «Es necesario que el productor salga a la ciudad, a los centros de consumo para entender cuál es nuestro mercado, ya seamos agricultores que le vendamos a empresas o al cliente final, así entenderemos lo que le gusta, si le quitamos o ponemos».

«Parece que no queremos tomarnos ese tiempo de entender qué está sucediendo al otro lado de la mesa y la gente que empieza a entender lo que quiere el consumidor, lo capitaliza con creces».

NECESARIO ARBITRAJE

«Yo le veo una complejidad grande, porque aquí sí entra un esfuerzo en todos los niveles y en gran medida de gobierno», dice el agroempresario en torno a la necesidad de que alguna instancia regule con sano arbitraje, la orientación para el campo.

«La falta de subsidio y apoyos oficiales será para bien porque se cambiará a financiamiento, que tampoco existe, pero surgirán sofomes, cajas populares, cooperativas de ahorro y préstamo, cuyos operadores se interesarán en esa “laguna” para ofrecerle al campesino trajes a la medida».

Francisco Mayorga Campos, agroempresario jalisciense

«En algunos momentos eran las fundaciones, los sistemas-producto; otras veces fue la fundación Produce y aquí creo que entramos en un maniqueísmo de todo o nada, similar a lo que pasó con ProMéxico», que fue cerrado por supuestas irregularidades», sin embargo dice que tal instancia abría mercados y cumplía muchos objetivos.

Dice que lo mismo pasó con Fundación Produce, a pesar de hacer transferencia de tecnología, de generar extensionismo, divulgación e investigación. «Porque sí no hay alguien que estandarice, que fije parámetros completos dejas el jardín de niños desatendido». «Yo tengo frustración y tristeza, porque hay cierta parte

de la población que cree lo que dicen algunos de que ProMéxico cometió irregularidades».

Explica que lo grave de su desaparición es que afecta la internacionalización de la producción mexicana, «porque si tú no tienes cadenas de suministro, buenas prácticas, calidades establecidas», será difícil que los agroproductos mexicanos compitan en el exterior.

RELEVO JOVEN

«Siento que de la polarización que se hace del sector, en la que los medianos desaparecen y los grandes se hacen más grandes, los jóvenes pueden encontrar opciones de vanguardia interesantes en el campo».

Cita que le ve potencial a la agricultura urbana porque muchos jóvenes quieren vivir en la ciudad y quieren tener una producción, aunque sea pequeña, de alimentos, como en Paris, Nueva York, y Tokio, entre otras grandes capitales.

«Ellos pueden entrar a la producción del campo, no físicamente de estar en la parcela, sino al ofrecer servicios más dirigidos, más digeridos para el productor, como despachos de marketing, ciencia, tecnología, insumos ecológicos», servicios por los que los agroproductores pagarían bien.

«Esa demanda que existe para el acompañamiento del relevo generacional, lo veo como una gran oportunidad, ya sea para despachos, mentores, academia, la consejería, para que el joven haga la transición adecuada».

LA CONCLUSIÓN

Para el agroproductor, la única manera de sacar al campo adelante en los próximos años, es una receta muy sencilla: «Trabajo físico, trabajar horas extras, pero pensar igual cantidad de horas; tenemos que ser pragmáticos, concretos, rudos hasta cierto punto, pero también muy técnicos, tácticos, estratégicos y creativos.

«Vienen tiempos difíciles, será una prueba de fuego de lo que nosotros ambicionamos, queremos, anhelamos, por eso, vayamos construyéndolo».

«Soy un convencido del vínculo que hay entre el campo y la alimentación, entre la alimentación y la ciudadanía y entre la alimentación y la salud; hablamos a veces de mundos distintos o de realidades hasta cierto punto divorciadas».

«Pero llegamos a la conclusión de que la salud de nuestros suelos, plantas y animales repercuten directamente en la salud pública, en un ahorro en gasto correctivo de salud, de infraestructura».

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