Andres Canales

 

En la tarea productiva de la economía mexicana hay importantes personajes que se distinguen por ser ejemplares capitanes de empresa, que con su talento, su incansable y visionario trabajo aunados a su dinamismo y audacia que, a veces, los lleva a poner en riesgo su propio capital en aras de seguir generando empleos o en sostener los que ya existen. Estos son los empresarios que trabajan día con día en el sostenimiento de sus empresas.

Son hombres y mujeres dedicados en cuerpo y alma al trabajo empresarial, la mayor parte de ellos distinguidos por su rectitud, por el apego a sus familias y a los valores tradicionales que le dan sustento al tejido social de nuestra patria, labor que adquiere mayor relevancia en tiempos difíciles como los actuales.

Todas estas cualidades, que no son fáciles de encontrar juntas en personas de los diferentes estratos de nuestra sociedad, deberían ser reconocidos por todos, en especial por los diferentes organismos gubernamentales y por la población, que algunas veces no los alientan adecuadamente, quizás por no entenderlos en su completa y real magnitud.

Es tiempo ya de que las políticas públicas volteen la vista hacia el sector empresarial en todas sus variedades, en especial hacia los agroproductores, sobre cuyos hombros recaen tres importantísimas responsabilidades: Sostener y acrecentar sus empresas contra viento y marea; producir los alimentos de todos los mexicanos, así como dar trabajo a los cabeza de familia y a los jóvenes que constantemente engrosan la oferta laboral, muchas veces en zonas pobres del país.

No es fácil ser agroempresario, actividad en la que se aglutinan muchos factores o virtudes: la vocación, la tenacidad, la visión social y comercial, una férrea disciplina que los lleva muchas veces a afrontar los más graves problemas con su ya conocida y cierta frase popular que reza «No hay problema ni crisis que no se solucione con 20 horas de trabajo diario».

Pero cuando así se expresan se refieren a su trabajo personal, a las horas solitarias y grises de oficina, al trabajo de gestoría en bancos y oficinas gubernamentales, a las reuniones con proveedores y clientes; al tiempo y el talento que utilizan en contagiar entusiasmo en sus equipos de trabajo, a veces en medio de una crisis personal intensa que no exteriorizan para, a pesar de ello, infundir ánimo a los demás invitándolos a para que no desistan de sus proyectos.

Esas labores de los empresarios del campo son muy meritorias, pero se conocen poco y se aprecian menos porque, en ocasiones, sólo se ven los grandes edificios y el bullicio de máquinas y personas, pero pocos reflexionan en que atrás de esta parafernalia hay hombres y mujeres que se esfuerzan porque la empresa siga caminando, que ante cualquier problemática se paguen puntualmente las nóminas y los demás compromisos fiscales y financieros, esos que no esperan y que se tienen que cumplir a pesar de que el negocio no esté en su mejor momento.

Hoy quiero hacer un reconocimiento a estos esforzados mexicanos recordando unos pensamientos que a veces me guían en los tiempos difíciles, como el del austriaco Peter Ferdinand Druker cuando dijo que «Donde hay una empresa de éxito, alguien tomó alguna vez una decisión valiente», o aquella otra igual de inspiradora «Las personas y los empresarios se parecen a los barcos veleros. Dan su verdadera cara con el viento en contra».

A los empresarios se les pide tener responsabilidad social, pero la sociedad y el gobierno también deben de tomar conciencia sobre la importancia que tienen estos personajes, para apoyar las empresas y negocios en estos difíciles tiempos en que algunas de ellas han tenido que bajar las cortinas: unas por haberse descapitalizado al bajar el poder adquisitivo de la gente, otras por presiones oficiales y unas más por haber sido víctimas de la inseguridad que priva en el país y que trunca la productividad. Conozco y admiro a muchos empresarios mexicanos con los que me solidarizo y los exhorto a seguir adelante en su afán patriótico de seguir trabajando por México. Hombres y mujeres como ellos reclama nuestra patria para salir adelante.

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