Trevi, Italia, octubre 31 de 2017.- El negocio del aceite de oliva en Europa, en especial de la región agroindustrial del mediterráneo, se ha vuelto de alto riesgo.
Los efectos del clima, de acuerdo con Vito Matinelli analista del Rabobank, han provocado cosechas malas en los últimos cinco años a tal grado que los agricultores han perdido hasta un 20 por ciento de la cosecha y vaticinan que para el 2018 la merma puede llegar hasta un 40 por ciento. Estos hechos, aunados a un aumento de la demanda, desataron un aumento de precios considerable especialmente al mayoreo, comenta.
El economista asegura que, el impacto del cambio climático en un producto tan resistente y lujoso es un indicador de cómo el calentamiento global ha comenzado a mermar la efectividad de los métodos de cultivo en Europa.
En este contexto, asegura, el pronóstico para la producción de aceite de oliva de este año es variado. En Italia se espera que su producción baje un 20 por ciento con respecto al promedio entre 2000 y 2010, aunque se cree que será mejor que en 2016, de acuerdo con el Consejo Oleícola Internacional, pues algunos agricultores esperan una producción menor, pero con muy buen sabor.
Según este consejo, España, el mayor productor del mundo, espera una caída de al menos el 10 por ciento con respecto al año pasado, aunque la asociación de productores españoles espera una reducción aún mayor. No obstante, Grecia prevé una cosecha más robusta, al igual que Túnez.
A medida que el suministro de olivo desde el Mediterráneo se vuelve impredecible, algunas embotelladoras comienzan a buscar futuras fuentes de aceite en otros lados. Incluso algunos defensores del aceite del Mediterráneo, como Nancy Jenkins, autora de Virgin Territory: Exploring the World of Olive Oil (Explorando el mundo del aceite de oliva), recomiendan aventurarse a estudiar otros territorios.
«Tengo mis reservas al decir esto porque amo el Mediterráneo y quiero que la gente tenga aceite de oliva mediterráneo», dijo, «pero creo que California será cada vez más importante en los años venideros, así como Australia y Nueva Zelanda», expone.
Entre junio y agosto de este año, el clima fue especialmente caluroso y seco en todo el sur de Europa. En España, la temperatura alcanzó los 40 grados Celsius en julio. En Italia, la lluvia estuvo un 30 por ciento por debajo de los niveles normales y, en algunas partes del país, fue aún menor.
«Encontramos una huella muy clara del combustible fósil para el calentamiento global», afirmó Heidi Cullen, la climatóloga que dirige el programa estadounidense World Weather Attribution (el programa tiene como objetivo identificar la huella digital humana en ciertos tipos de eventos climáticos extremos).
Ante la problemática, los productores de olivos señalan que ante la amenaza del cambio climático tendrán que invertir en sistemas de riego. La única ventaja del calor, señalaron, fue que la mosca del olivo también murió.