Por Luis Alberto Cruz García

Las malas películas tienen en común que podemos saber el final con solo saber el título. Murder on the Orient Express (Asesinato en el Expreso de Oriente, Reino Unido, 1974) aguarda una sorpresa agradable porque es tan buena que a pesar del título no nos esperamos el final. No es así en el caso de la Ley de Modernización de Inocuidad de Alimentos, o FSMA, según sus siglas en inglés. Resulta que Hércule Poirot, el héroe policiaco creado por Agatha Christie, llega a las pantallas en un filme que le valió el Oscar a Ingrid Bergman y la nominación a Albert Finney, al liderar “el mayor número de sospechosos que hayan sido involucrados jamás en una película”.

En el caso de FSMA, a diferencia de la película de referencia, es que ya sabemos el final. Quizá algunos de los detalles están pendientes pero el resultado será el mismo: el exportador agroalimentario mexicano ahora enfrentará nuevas regulaciones y barreras de acceso y no tendrá otra opción que cumplir con ellas. Déjeme explicarle.

Hasta el cansancio se sabe que FSMA es el mayor cambio en las leyes de inocuidad de alimentos es Estados Unidos desde hace 70 años. Que esta iniciativa nace porque los estadounidenses se cansaron de tener cada año 48 millones de enfermos por alimentos contaminados y llevar 3,000 muertos por estas razones. Y que como el gobierno no puede inspeccionar todo lo que se importa, pues que lo haga el que lo compra, es decir, el importador/distribuidor, quien de paso debe poner en orden el sistema de inocuidad del proveedor, tanto nacional como extranjero.

Desde hace 3 años y medio se convierte en Ley FSMA y pone a la agencia de administración de alimentos y fármacos, el FDA, a mover cielo, mar y tierra para que todos los elementos regulatorios previstos tengan sustento legal, recursos humanos, presupuestos y viabilidad en el sector de alimentos. Igual que en la película cuando el doctor a bordo del tren donde ocurre el asesinato clama “¡el asesino está entre nosotros!, podemos decir que ya sabemos lo que nos van a pedir. A saber, habrá reglas para registro de unidades de producción y proceso, para la producción, cosecha y empaque de vegetales frescos (que no existían), mejora en los requisitos de buenas prácticas en la manufactura de alimentos, la exigencia de la metodología de Análisis de Peligros y Controles Preventivos en Riesgos, conocido como HARCP – porque en FDA son muy soberbios para aceptar el HACCP de Codex Alimentarius; habrá reglas para el mantenimiento de registros de producción y proceso, transporte sanitario de alimentos, protección contra alteración intencional de alimentos, aviso previo de ingreso a Estados Unidos y detención administrativa de alimentos; y quizá las de mayor riesgo para las exportaciones mexicanas: la regla del Programa de Verificación del Proveedor de Alimentos y del Importador acreditado. También fido y tom están felices: esto incluye alimentos para mascotas.

Todo esto lo va a pagar el exportador, claro. Se prevén cuotas de $250 a $350 dólares por hora de inspección en sitio de producción. Se establecen cuotas en caso de que sus productos requieran registros o certificaciones y en caso de incidentes, pues mejor no le cuento porque no le va a gustar. En la película, Poirot le dice a la Princesa Dragomiroff: “Usted nunca sonríe, princesa. –Mi doctor me ha advertido que no lo haga”, responde la señorita entrada en años.

En fin. Parece que nuestro destino está marcado. En cualquier país desarrollado ya nos hubiéramos puesto a trabajar. Por ejemplo, en Estados Unidos se han certificado más de 15 mil proveedores de alimentos en preparación a FSMA, y eso que no entrará en vigor hasta uno o dos años después de su promulgación como reglas finales. En México apenas poco más de 800 plantas y productores lo han hecho, total, no es obligatorio todavía. Ya nos preocuparemos al cuarto para las tres.

En un país de habitantes que no leen, le voy a recomendar que vea a Poirot en la película resolver el asesinato en el tren. Por supuesto lo mejor es leer la novela original de la señora Christie. Le voy a suplicar que lea cuando menos las reglas propuestas antes de su promulgación que se encuentran en http://www.fda.gov No hay pretexto si no lee en inglés, pues pude usar el traductor de internet al español. Siendo una película británica, la mofa es inevitable. Poirot pregunta al camarero: “¿Y el italiano, habla inglés? Sí señor, una clase de inglés. Creo que aprendió en un lugar llamado Chicago”.   

@lcruzg01

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