Dos graves problemas aquejan a los productores nacionales, especialmente a los lecheros y a los maiceros, que ya hicieron tradición de sus protestas en demanda de mejor precio a sus productos a todo lo largo y ancho de México. Ambos tienen que ver con los llamados cupos, y estos son hijos de nuestra Secretaría de Economía, según los afectados.

Los cupos, también designados como «cuotas», son, en lo que respecta al comercio exterior, el monto de una mercancía que puede ser importada o exportada en condiciones especiales al resto de las importaciones o exportaciones de la misma mercancía que exceden ese límite.

De los cupos cada quién habla de la forma en que se beneficia o se siente afectado por ellos. El tema se justifica en el mes que acaba de concluir por dos noticias al respecto, ambas diametralmente opuestas.

Por una parte el dirigente del Frente Nacional de Productores y Consumidores de Leche, Álvaro González Muñoz, demanda al Gobierno Federal regular las importaciones de leche en polvo, al tiempo que urge a los diputados a «crear las condiciones para un presupuesto que garantice la compra de leche a los productores, por 750 millones de litros para el ciclo de 2016», advierte el dirigente de unos 150 mil productores del lácteo medianos y chicos.

La contraparte llega al conocerse la información oficial de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), en el sentido de que de enero a mayo de 2015, México registró un importante superávit  en materia de comercio agroalimentario con Estados Unidos, respecto a igual periodo del año anterior.

Sagarpa explicó que dicho resultado responde al incremento de 7.0 por ciento en las ventas agroalimentarias, que incluyen bienes agrícolas, ganaderos, pesqueros y agroindustriales, las cuales ascendieron a 10 mil 657 millones de dólares en ese periodo.

Entre los principales productos agroalimentarios que México exportó a Estados Unidos por valor económico fueron cerveza, con mil 148 millones de dólares; tomate, con 851 millones; aguacate, 681 millones; pimiento, 492 millones, así como frambuesa y mora, con 462 millones. Desde luego que en esta lista no aparecen ni ventas al exterior de leche ni de granos como el maíz.

Por su parte, los afectados del sector maicero nacional exhiben informaciones del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas que señalan que entre 1999 y 2004, México rebasó en cinco ocasiones las cuotas de importación establecidas para el maíz blanco procedente de Estados Unidos, lo que sin duda afecta a los productores nacionales de dicho grano y lo sigue afectando hasta hoy.

Señalan que México ha sido, desde la entrada en vigor del TLCAN, el principal mercado para el maíz (amarillo y blanco) de Estados Unidos con poca o ninguna importación de otros países. Sin embargo, aún cuando se han venido reduciendo las importaciones de maíz blanco originarias de Estados Unidos, México ha importado más de la cuota libre de arancel.

El crecimiento de las exportaciones estadounidenses de maíz a México se deben, además del TLCAN, a otros factores como el hecho de que los importadores mexicanos de maíz (ganaderos, fabricantes de alimentos balanceados, harineros y comercializadoras) reciban del gobierno mexicano la autorización para importar maíz de Estados Unidos sin el pago de aranceles, utilizando además créditos blandos.

Así las cosas, enhorabuena por nuestra capacidad exportadora que hace llegar al sistema económico mexicano divisas frescas que estimulan a que sigan creciendo las agroindustrias, qué bueno que esto ocurra, pero todos debemos voltear la cara hacia los cientos de miles de productores, pequeños y medianos, tanto de leche como de granos, caña y otros productos, que son barridos del mapa comercial de manera paulatina desde la firma del TLC por las importaciones, cupos o cuotas.

Juntos, la triple hélice: grandes productores, comercializadores y gobierno tienen mucho por hacer a favor de quienes hoy no tienen mercado para sus productos nacionales, porque la Secretaría de Economía da libre acceso a commodities que desplazan a los nuestros en el mercado nacional, al ofrecerse a precios más bajos, contra los que los hombres del campo mexicano no están en capacidad de competir.

Reflexionemos sobre este tema y concluiremos que si el gobierno mexicano respetara los cupos de importación de maíz, por ejemplo,  incluso que adecuara los calendarios de importación para evitar que se sobrepusieran a las cosechas nacionales, los precios a los productores en México se regirían por la oferta y la demanda interna, y el precio máximo de la leche y del maíz blanco y amarillo, por mencionar sólo algunos productos, tendrían como tope los precios internacionales más el arancel.

Debemos tomar medidas pronto, antes que el fenómeno del despoblamiento de nuestras zonas rurales se agudice, como ya está ocurriendo en regiones donde lo común es ver las parcelas en el abandono, precisamente porque el campo, cultivado en pequeña escala, ya no es negocio.

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