De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO), esta nación tira a la basura anualmente, lo equivalente a siete estadios de fútbol o 10 rascacielos de 45 pisos o más de 250 mil toneladas de jitomate.

Ciudad de México, abril 18 de 2017. Según datos Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en México, anualmente se pierde o despilfarra más del 37 por ciento de la producción alimentaria. Mientras las latas desparecen de los estantes y las verduras se quedan en los surcos del campo, 28 millones de mexicanos pasan hambre o no satisfacen sus necesidades alimentarias, según datos oficiales.
De acuerdo a la FAO, esta nación tira a la basura anualmente lo equivalente a siete estadios de fútbol u 800,000 toneladas de pan; 400 albercas olímpicas o más de mil millones de litros de leche, o bien, 10 rascacielos de 45 pisos o más de 250 mil toneladas de jitomate.
Todo tiene un motivo. Desde el campesino que no cubre los costos de producción para levantar la cosecha o el productor masivo que no aprueba los estándares de exportación hasta la falta de consciencia y las sobras que se arrojan al cubo de la basura, son los porqués de la perdida de alimentos y estos, por desgracia se extienden por toda la cadena de producción.
Cuando es del lado de la oferta se le llama pérdida, cuando se habla de la demanda, desperdicio. La suma de toda la merma sería suficiente para que 7.4 millones de pobres extremos con carencias alimentarias se alimentaran de forma digna. «Erradicar el hambre en México no pasa por la cantidad de comida, hay alimentos suficientes, incluso si se desperdicia más de un tercio», apunta Fernando Soto Baquero, representante de la FAO en México en un comunicado en línea.
El reto es mayor para megalópolis como la Ciudad de México, en donde más de un millón de personas vive en carencia alimentaria, porque entre más lejos tiene que llevarse el producto, el porcentaje de pérdidas es mayor. Es un escollo generalizado. La FAO calcula que en América Latina se pierden al año 127 millones de toneladas de alimentos, 10 veces la capacidad de la central de abastos de la capital mexicana, el mercado mayorista más grande del mundo.
«La reducción de desperdicios es crucial para cumplir la meta del hambre cero», expone Soto Baquero, pero advierte de que no existe un solo frente a atacar. El especialista argumenta que el Gobierno debe ampliar la red de protección social, dar más incentivos a la pequeña producción orientada al consumo familiar y garantizar que los empleos tengan una remuneración que permita a los habitantes cubrir sus necesidades básicas.

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